2 de agosto de 2024
Cerveza: la bebida que celebra la bolivianidad, dinamiza la cultura y aporta a la economía del país
Hoy, el primer viernes del mes de agosto, medio centenar de países en el mundo celebran el Día Internacional de la Cerveza. En Bolivia, aunque no hay celebraciones especiales, la cerveza tiene una fuerte presencia en la cultura, en la gastronomía, es dinamizador de la economía e intermediadora de las relaciones sociales.
No hay celebración en Bolivia que prescinda de la cerveza. Los más importantes acontecimientos folclóricos, patronales, sociales… están mediados por el consumo de esta bebida, sin importar la región del país.
Es muy probable que esta relación tan cercana de las y los bolivianos con esta bebida se remonte a la época prehispánica en la que también estaba ampliamente difundido el consumo de otra cerveza (en todo el rigor del concepto): la chicha de maíz. Lo que además le confiere al consumo cierto aura de ritualidad.
Las ciudades bolivianas, particularmente La Paz, comenzaron a expandirse a fines del Siglo XIX. Su crecimiento demográfico, como casi el de todas las urbes del continente, se consolidó por la migración rural y el desarrollo industrial.
Fue la alquimia perfecta: los indígenas asentados en las laderas de las ciudades, no solamente alimentaron con su mano de obra la incipiente industria, sino también, en su proceso de adaptación urbana, y como forma de obtener movilidad social, cambiaron el consumo de chicha de maíz por la cerveza.
Entonces, mucha de la ritualidad asociada al consumo de chicha, como las ofrendas a la Pachamama, el consumo comunitario asociado a la reciprocidad, al intercambio y por otro lado el valor de cambio de la bebida prehispánica se traspuso a la cerveza.
"Las bebidas alcohólicas, particularmente la cerveza, juegan un rol central como dinamizador de los procesos simbólicos de solidaridad de las personas/grupos que participan en las festividades", explica el sociólogo Johnny Mollericona.
Impacto económico
La cerveza está presente en la vida cotidiana de las bolivianas y los bolivianos, es parte fundamental de las ritualidades, de las manifestaciones folclóricas y también del desarrollo integral de Bolivia. La cerveza es el dinamizador del intercambio social, cultural, familiar y hasta comercial. Es moneda de intercambio para el ayni, lo que le confiere un valor de uso y a la vez un valor de cambio.
De ahí que su gravitación económica sea también vital para el país. "La producción y el consumo de la cerveza en Bolivia son muy altos y siguen el clásico modelo de flujo circular en la economía, por lo que la denominada ‘huella económica de la cerveza’ alcanza a productores, mercados de bienes y factores y a las familias cuya renta del trabajo depende de la producción de cerveza”, apunta por su parte la economista Jhoselín Cruz.
La investigadora apunta que solamente la producción y la venta de cerveza, si se suma su impacto directo, indirecto e inducido sobre la economía de Bolivia representa casi el 4 por ciento del Producto Interno Bruto del país (3,9%).
Aporte fiscal
En Bolivia, si se habla de cerveza, la referencia inmediata es la Cervecería Boliviana Nacional que tiene una participación del 85% del mercado en el país.
Históricamente la empresa cervecera ha ocupado los primeros lugares entre las empresas que más contribuyen con impuestos a las arcas del Estado. Inclusive durante la pandemia, cuando el sector cervecero fue uno de los más golpeados por las medidas para contener la enfermedad, CBN siguió encabezando las listas frente a un escenario adverso.
En la gestión 2020, hizo que todavía fuera la empresa privada que más contribuyó con impuestos a las arcas del Estado Boliviano. En 2021, un año en el que comenzó la reactivación económica del país reeditó la hazaña de colocarse a la vanguardia de los contribuyentes, como lo ha sido a lo largo de toda su historia.
Un dato histórico señala que, en el año 1937, Cervecería Boliviana Nacional pagó al Estado 20 millones de bolivianos, mientras que las tres grandes empresas mineras: Patiño, Hochschild y Aramayo llegaron a pagar en conjunto 19.754.000 bolivianos por concepto de impuestos sobre utilidades, transferencias, exportaciones, patentes fiscales, etcétera.
La cerveza en la cultura
Pero más allá de los datos económicos, el sentimiento de pertenencia entre la población de Bolivia y la cerveza toca el nivel personal. Hay una conexión emocional de esta bebida con la gente y su sus manifestaciones culturales.
No es solamente la ritualidad heredada del consumo atávico de la chicha de maíz, que hasta hoy conserva el sentido ceremonial y celebratorio de la fiesta precolombina. También la cerveza logra el propósito de unir a las personas, de fortalecer los vínculos familiares y sociales.
La asociación entre las fiestas populares y el consumo de esta bebida puede ser una constante en casi todas las culturas del mundo, pero en el caso de Bolivia, la cerveza es mucho más que el “lubricante social”; es moneda de cambio, intermediador de las relaciones sociales y comerciales… es parte esencial de esta fiesta.
Una costumbre ancestral que se mantiene vigente hasta nuestros días a través de las fiestas patronales como el Gran Poder es el Ayni, o la práctica de la reciprocidad en la comunidad andina.
En esta práctica, la cerveza es una moneda que se intercambia en la fiesta. Permite distribuir los gastos de la fiesta entre todos los asistentes, en una suerte de “pasanaku” donde la bebida se compra en la puerta de las fiestas y se ofrece como “regalo” a los pasantes.
Sin embargo este es un presente que, en la mayoría de los casos involucra reciprocidad, es decir que quien lo recibe, adquiere la obligación de devolver el regalo cuando el que ofrece sea anfitrión de una fiesta similar.
Los enormes costos que puede alcanzar la organización de una fiesta terminan distribuyéndose entre los asistentes. “Esto gracias a las cadenas de reciprocidad que se tejen por el intercambio de bebidas alcohólicas generando deudas sociales continuas entre las personas. Las cadenas de reciprocidad activan un continuum folclórico que consiste en la participación en una cadena otros eventos similares folclórico-religiosos y también festivo-religiosos o simplemente festivos”, explica Mollericona.